El placer de andar descalza...

Llega el verano y llego a casa, me quito zapatillas y calcetines y me quedo descalza, me da igual si el suelo esta limpio o sucio (como es el caso). Simplemente libero mis pies y dejo que se expandan a sus anchas. Si a eso le unimos el atardecer y yo apoyada en mi ventana del salón, sin mas compañía que unos pajarillos cantando y el ladrido lejano de un perro, con toda la vista del sol enrojeciendo las nubes tras el parque y el silo.... Pocos momento de paz hay como esos.

Me ha surgido la necesidad de realizar ese ritual, aunque sea unos minutos al día. Intentar desconectar de toda este jaleo en el que se ha convertido mi vida laboral últimamente. Al final, las cosas que se empiezan mal están abocadas a acabar mal. El día 30, si no ocurre un milagro sera mi ultimo día en la que ha sido como  mi segunda casa los últimos 9 años. Yo que llegue para estar tres meses y mira, casi que me he hecho adulta currando allí. El milagro, que seguro que llegara para algunos, no creo que llegue para mi. Y llegados a este punto, tal y como están los ánimos, creo que hasta lo prefiero. Cuando un buen ambiente de trabajo se enrarece de esas manera, luego es muy complicado recuperarlo.

Lo peor es la incertidumbre, todo lo que se dice por delante y lo que realmente se hace por detrás, el juego entre empresas, tu puesto de trabajo que baila como una peonza mientras otros deciden donde acabas. Por ahora lo único que se (o al menos eso me dicen) es que no me quedo en el paro, hay dos proyectos donde encajo. Yo se a cual quiero ir, peor visto como se mueve el mundo, solo por joder seguro que acabo en el otro. El día 30 lo sabre y el día 1 comenzare lo que ya siento como una nueva etapa en mi vida.




Por cierto, muchas gracias a l@s que habéis escuchado el Podcast. Me ha alegrado muchísimo recibir comentarios diciendo que os gustaba. Esperamos hacer (por ahora) uno al mes así que estad atent@s.